Cuando Maybell Parrish hereda la finca de su tía en las Montañas Humeantes, es la oportunidad perfecta para empezar de cero, lejos de sus terribles jefes y de su tóxico "amigo". Pero cuando llega a su nuevo hogar, se sorprende al enterarse de que tiene que compartir la propiedad con el atractivo pero melancólico jardinero, Wesley, que (¡sorpresa!) ha heredado la propiedad conjuntamente. Resulta que Maybell y Wesley tienen ideas muy diferentes sobre qué hacer con la finca, se sienten tremendamente atraídos el uno por el otro y ambos luchan contra problemas de salud mental... que empiece la angustia.
Ambos personajes llegan a la historia con problemas de la vida real que afectan a su forma de actuar y de reaccionar entre ellos. Maybell es una persona bondadosa que suele perder horas de su vida en ensoñaciones involuntarias sobre su cafetería imaginaria. Los problemas de Wesley -ansiedad social y claustrofobia-, si bien son evidentes en la trama, no se revelan por completo hasta más adelante, cuando se abre a Maybell en el desarrollo de su relación.
Esta novela puede resultar divertida para quienes disfrutan con los romances entre enemigos y amantes, y para quienes prefieren lo dulce a lo picante. También puede gustar a quienes gustan de los romances basados en las reparaciones domésticas y el bricolaje, así como a quienes disfrutan con las historias ambientadas en cafeterías o a quienes les gusta leer historias con representaciones de problemas de salud mental. Realmente tiene un poco de todo para todos.
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