Al comparar las dos guerras mundiales, la Primera Guerra Mundial suele quedar eclipsada por su secuela, más grande y llamativa. La Segunda Guerra Mundial contaba con tecnología moderna, un enemigo claro y existe desde hace más tiempo en la conciencia cultural. Puede ser fácil olvidar que la Primera Guerra Mundial fue tan brutal, trágica y extensa como el conflicto que la seguiría. 1917 reproduce esta atmósfera con brillantez cinematográfica.
La película sigue a dos soldados británicos, Tom Blake y Will Schofield, que son enviados en una misión crítica para entregar una carta a la2ª unidad de Devons con órdenes de detener un próximo ataque. Si fracasan, la unidad caerá en una trampa alemana y es probable que los 1600 soldados británicos sean asesinados, el hermano de Blake entre ellos. El camino de su entrega les llevará a través de territorio recientemente controlado por los alemanes, con peligros desconocidos esperándoles. El tiempo es esencial. Hay vidas en juego.
Mi recomendación de 1917 sería negligente si no hablara de su singular cinematografía. Toda la película está rodada de forma que simula una sola toma continua. La cámara no se aleja de los personajes principales, lo que hace que uno sienta que está en este viaje con ellos y que comparte una estrecha intimidad con su lucha. Seré franco: esta es una película triste. Es hermosa, es heroica y, en última instancia, es una perspectiva aleccionadora de la guerra desde las desafortunadas almas obligadas a luchar.