
Ahora que hemos definido el patrimonio cultural y la conservación, y cómo se aplican estos conceptos a sus propias colecciones, es el momento de aprender sobre el deterioro y cómo podemos frenarlo. En primer lugar, debemos saber a qué nos enfrentamos. En nuestro entorno doméstico, las fuentes de deterioro incluyen:
- Temperatura, humedad y luz
- Contaminación, polvo y desorden
- Plagas y moho
- Debilidades materiales inherentes
Haremos un post sobre cada punto, empezando por la temperatura, la humedad y la luz.

Cuando hablamos de temperatura, lo que más nos preocupa es el calor. Ciertamente, las altas temperaturas pueden causar daños directos al fundir componentes o deformar materiales. El calor, por supuesto, es energía. Por lo tanto, si la habitación donde almacena sus colecciones es moderadamente cálida, como un ático, el calor proporciona más energía a todas las reacciones químicas que tienen lugar en esa habitación, incluidas las reacciones que están trabajando para descomponer sus colecciones.

La humedad también se denomina "humedad relativa" o "HR" porque el porcentaje de humedad en el aire es relativo a la temperatura del aire. A medida que aumenta la temperatura, el aire puede contener más agua, lo que provoca la sensación de bochorno que sentimos en verano. Las temperaturas cálidas y la humedad elevada, que predominan en los sótanos, también son las condiciones que más gustan al moho y a las plagas, lo que hace que los sótanos no sean ideales para guardar las colecciones familiares.

Otra importante fuente ambiental de deterioro es la exposición a la luz. Esta imagen es un ejemplo sorprendente del deterioro causado por la luz en un tejido teñido: la zona protegida bajo la solapa sigue siendo rosa fluorescente, mientras que las zonas expuestas de la prenda principal se han desteñido a un rosa ballet pálido.
Todos los tipos de luz causan daños, aunque cuantos más rayos UV contenga la luz, más perjudicial será. La luz solar directa es la que causa más daños con mayor rapidez, seguida probablemente de la luz fluorescente. La opción menos dañina que tenemos actualmente son las luces LED.
Lo importante que hay que saber sobre los daños causados por la luz es que se acumulan con el tiempo y que el daño en sí -descoloramiento, decoloración y fragilidad- es irreversible. Una vez que el color ha desaparecido de un objeto, no hay forma de recuperarlo.
Sin embargo, tenemos buenas maneras de mitigar los daños causados por la luz. Mucho tiene que ver con la colocación de los materiales en cajas de almacenamiento adecuadas (más información al respecto más adelante), o el uso de vidrio con filtro UV en los marcos de los objetos que desee exponer. Proteger sus colecciones de la luz también puede ser tan sencillo como instalar cortinas y apagar las luces cuando no se utilice una habitación.
En la próxima entrada abordaremos el segundo punto: los aspectos sucios del entorno que causan daños: contaminación, polvo, escombros y desorden. Nos vemos allí.
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